o menor medida-, mientras los grandes y excepcionales acontecimientos suceden
en el espacio público. La calidad de cada acto y la relación con el otro se constituye
en símbolo de la complejidad social, y define la manera de qué vive sus actos
cotidianos y reacciona a un posible peligro que amenaza la libertad de realizarlos.
Ya la filosofía estoica nos enseña que el hombre no es responsable por sus
circunstancias, sino por su respuesta a estas circunstancias. Con eso no se refiere
sólo a escenarios y situaciones particularmente difíciles, sino también al desasosiego
que causa la monotonía agobiante de la realidad cotidiana. Sin embargo, la vida
cotidiana es compleja y versátil. Cuando el individuo desarrolla con amplitud y
autenticidad su derecho de vivirla y su posibilidad de luchar por ello, evita el
temible fenómeno de la masificación.
circunstancias, sino por su respuesta a estas circunstancias. Con eso no se refiere
sólo a escenarios y situaciones particularmente difíciles, sino también al desasosiego
que causa la monotonía agobiante de la realidad cotidiana. Sin embargo, la vida
cotidiana es compleja y versátil. Cuando el individuo desarrolla con amplitud y
autenticidad su derecho de vivirla y su posibilidad de luchar por ello, evita el
temible fenómeno de la masificación.
Por eso, se entiende por qué la monotonía de la vida cotidiana puede
degradar al ser humano hasta convertirlo en uno más de un rebaño,
u opacar su existencia peligrosamente o disolverlo como sujeto.
degradar al ser humano hasta convertirlo en uno más de un rebaño,
u opacar su existencia peligrosamente o disolverlo como sujeto.
El arte - y cualquier género artístico - ayuda al hombre en su pelea
contra esta enajenación ...
contra esta enajenación ...
Marta Zatonyi