8/7/08

eructo mental

... se me ocurría como una especie de eructo mental
que todo ese abecé de mi vida era una penosa estupidez,
porque se quedaba en mero movimiento dialéctico,
en la elección de una inconduta en vez de una conducta,
de una módica indecencia en vez de una decencia gregaria...

por debajo de noches vomitadas de música y tabaco y vilezas menudas
y trueques de todo género, bien por debajo o por encima de todo eso,
no había querido fingir como los bohemios al uso que de caos de bolsillo,
era un orden superior del espíritu o cualquier otra etiqueta
igualmente podrida...

el magma del aire y lo que se dibujaba en la ventana, nubes y buhardillas;
entonces no había desorden, entonces el mundo seguía siendo algo petrificado
y establecido, un juego de elementos girando en sus goznes,
una madeja de calles y árboles y nombres y meses...

¿Por qué no aceptar lo que estaba ocurriendo sin pretender explicarlo,
sin sentar las nociones de orden y de desorden, de libertad...?
Hoy necesitaría acercarme mejor a mi mismo,
dejar caer todo eso que me separa del centro... eje, centro, razón de ser...

El péndulo cumple su vaivén instantáneo
y otra vez me inserto en las categorías tranquilizadoras...

cigarrillo del insomnio,
quietismo laico,
ataxia moderada,
atenta desatención...


Rayuela. Julio Cortázar (1963)